Antonio José de Mendoza Caamaño y Sotomayor, marqués de Villagarcía, perteneció a una familia noble, muy integrada en la esfera monárquica, de ahí que en su infancia fuera menino de Carlos II y que, tras haber realizado una brillante carrera militar en Italia, fue en dos ocasiones Asistente, Superintendente y Capitán General de Sevilla en los primeros años del siglo XVIII. Seguramente por haber demostrado sus dotes de gestor durante el ejercicio de este cargo, Felipe V, confiando en su capacidad administrativa y, sobre todo, en su incondicional fidelidad a la monarquía, le nombró virrey del Perú en 1735, cuando tenía sesenta y siete años.
En los momentos iniciales de su gobierno, el Virrey consiguió elevar la economía del Virreinato mediante una mayor producción minera y por el saneamiento de la Real Hacienda. Pero, a consecuencia de la guerra marítima declarada por Inglaterra a España, a partir de 1739 hubo de defender y proteger los territorios comprendidos desde el Caribe a Argentina, con muy pocos barcos y sin apenas recursos financieros. A pesar de ello, gracias a su celo y eficacia, los ingleses, siempre amparados por su rey Jorge II, no pudieron apoderarse de los territorios pretendidos.
Son pocos los historiadores que han estudiado su figura y algunos de los que lo han hecho, ateniéndose solamente a los muchos problemas de difícil solución que confluyeron en el Perú de la época y tal vez por su avanzada edad cuando ejerció el cargo, le han considerado un Virrey débil o falto de energías, sin entrar a valorar la prudencia con que gobernó y los aciertos que alcanzó en el transcurso de su mandato. Además ninguno de estos estudios presenta su biografía completa, pues nada dicen sobre su vida antes de gobernar el Virreinato peruano; ni siquiera dónde y cuándo había nacido.
En las páginas de este libro, junto con la publicación de la Memoria de Gobierno que el Virrey dejó a su sucesor Manso de Velasco, se establece su genealogía y se ponen de manifiesto los esfuerzos que en todo momento realizó para servir a Felipe V y a sus súbditos, tanto en España como en las provincias de Ultramar.