Mahmud Darwish no sólo es uno de los principales poetas árabes contemporáneos, sino también uno de los que cuentan con mayor número de lectores, como demuestran las continuas ediciones de sus obras. El fruto de sus más de cuarenta años ininterrumpidos dedicados a la escritura son diecinueve libros de poesía más varios de prosa poética y de ensayo, labor que ha sido reconocida con diversos premios literarios, entre ellos el Lotus al mejor autor afro-asiático y el Europeo de poesía.
Nacido en Birwa (Galilea), en 1942, su vida ha sido una serie de exilios sucesivos desde que se marchó de Israel a comienzo de los años setenta, tras pasar una juventud salpicada de arrestos. Desde hace cinco años vive entre Ramallah, donde dirige la revista Al-Karmel, y Ammán, aunque constantemente es requerido para dar recitales poéticos y participar en actividades culturales.
Su trayectoria poética se puede dividir en varias etapas, siendo la más brillante la que inicia tras su salida de Beirut. A esta etapa de madurez pertenece Menos rosas, de 1986, una de las obras más logradas del autor, en la que se resume lo esencial de su pensamiento, y también una de las más desgarradoras, en la que expresa toda la complejidad de la condición palestina. Observa el destino humano en clave de derrota, sin duda idealizada, y elige el lenguaje de la desesperación, más intenso y más bello que el de la esperanza, para contar la tragedia de un pueblo cuyo carácter prefiere la rosa y la amapola a las lágrimas, un pueblo que ama la vida y por ello puede devolver la vida con todo su frescor a los símbolos y a las leyendas.
La traductora, María Luisa Prieto, es profesora de Lengua y Literatura árabes en la Universidad Complutense de Madrid. Ha realizado numerosas investigaciones dentro del campo de la literatura árabe contemporánea y ha publicado más de veinte obras literarias traducidas del árabe, entre ellas Once astros de Mahmud Darwish y El libro del amor de Nizar Kabbani, también publicado en Hiperión.
Andaré este largo camino, este camino tan largo, hasta el final,
hasta el final del corazón, andaré este camino largo, largo, largo…
Nada tengo que perder sino el polvo y lo que está muerto en mí. La hilera de palmeras
indica lo que está ausente. Cruzaré la hilera de palmeras. ¿Necesita la herida a su poeta
para dibujar una granada a la ausencia? Os construiré sobre el techo del relincho
treinta ventanas para la metáfora. Saldréis de un éxodo para entrar en otro.
Se estreche o no la tierra para nosotros, andaremos este largo camino
hasta el final del arco. Que nuestros pasos se tensen cual flechas. ¿Estamos aquí desde hace poco
y dentro de poco alcanzaremos la flecha del comienzo? El viento gira en torno nuestro, gira, ¿qué dices?
Digo: Andaré este largo camino hasta mi final… hasta el final.