Cuando la nanotecnología haya alcanzado un grado de desarrollo suficiente (más bien pronto que tarde) nada será como antes. En los próximos años, nuestras vidas se verán directamente afectadas por una revolución comparable a las tres o cuatro grandes revoluciones técnico-científicas que ha experimentado la humanidad.
Pero, ¿en qué consiste esa técnica que nos habla de buckybolas y nanotubos, que nos promete avances inimaginables, entre otros campos, en la medicina, la agricultura, el transporte, las comunicaciones, el medio ambiente, el comercio y, como no, en sofisticadísimos sistemas de devastación para uso militar?
La nanotecnología trata con materiales y procesos de una pequeñez apenas concebible, medida en milésimas de millón de metro. A esa escala, materiales tan corrientes como el carbono pueden presentar propiedades desconocidas a una escala mayor. La explotación de las propiedades a nanoescala, como una resistencia enorme, una catálisis mejorada, reacción a la luz, conductividad eléctrica, etc., tiene aplicaciones potenciales en casi todos los aspectos de la vida.
Las promesas hechas por algunos son al menos tan grandiosas como las hechas por anteriores profetas de otras nuevas tecnologías y por quienes sacaron partido de ellas. Acabará con el hambre en el mundo. Curará el cáncer. Posibilitará la obtención de energías no contaminantes. Pero la experiencia nos enseña a sospechar que detrás de esas promesas se oculta la degradación medioambiental, el reforzamiento de las relaciones de poder a escala global y la ampliación del abismo que ya separa a los ricos de los pobres.
Y sin embargo, existe un potencial enorme para el despliegue de la nanotecnología en formas que pueden comportar beneficios inmensos para los desposeídos del mundo, además de para los consumidores ricos del Norte y para quienes son su avanzadilla entre los pobres del Sur. La cuestión es: ¿quién decidirá en qué se invierten los fondos para la investigación y qué productos y procesos recibirán el visto bueno?
Este libro se propone llamar la atención sobre las áreas en las que se está aplicando la nanotecnología y hacer ver quién controla su desarrollo. Subraya sus potenciales ventajas y examina también algunos de los peligros que puede comportar para los consumidores, los productores, el medio ambiente y nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. Es una llamada a la sociedad civil para que tenga en cuenta sus implicaciones, asegure el acceso a sus beneficios, aprenda a desenmascarar sus inconvenientes y exija el control político sobre una tecnología que nos dicen cambiará la faz de la tierra.