La estructura de la historia se corresponde con el esquema del cuento maravilloso ruso, estudiado por Vladimir Propp. Verlioka es un ejercicio de estilo, regido por normas y reglas arquetípicas; en concreto, esta versión toma prestados aspectos de la tradición oral para crear la trama narrativa.
Animales y humanos colaboran, enfrentándose a las adversidades, para, finalmente, obtener la victoria. En otras versiones, las ayudas proceden de elementos que aparecen en el camino del abuelo (cuerda, molino de agua, horno, bellota...), objetos mágicos ligados a la cultura del pueblo ruso. Esta versión presenta una estructura singular: la colaboración llega de los animales, que aparecen humanizados (hablan, ayudan, dan consejos…) y se convierten en compañeros inseparables, proporcionando tranquilidad, compañía y alivio de temores a los lectores de menor edad. Tras las fuerzas malévolas del gigante, existe el mundo hospitalario, el del hombre, quien, con la ayuda de sus astutos e ingeniosos amigos, triunfará sobre el maléfico monstruo.
Las ilustraciones juegan con el carácter hiperbólico de los personajes e inciden en el sentido humorístico del cuento. Con un universo de colores intensos, Sergio Mora ofrece un ambiente que evoca libros antiguos y estampas de época, a través del craquelado de la imagen.